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La cara moderna de la producción de ingredientes marinos

This paper, authored by Dr Brett D. Glencross, was first published in Aquafeed.com in July 2025

La circularidad es cada vez más esencial 

Hubo un tiempo en el que casi toda la harina y el aceite de pescado del mundo se obtenía a partir de pesquerías de forraje. Estas pesquerías se basan en especies de peces pequeños con escaso valor comercial como alimento directo, generalmente de bajo nivel trófico, alta abundancia y ciclos de reclutamiento anuales. Suelen estar disponibles solo durante breves picos de abundancia, lo que dificulta un suministro pesquero constante. Aún hoy, algunas de estas pesquerías, como la anchoveta peruana o el bacaladilla del Atlántico Norte, se encuentran entre las mayores pesquerías monoespecíficas del mundo.
En la década de 2020, el uso de evaluaciones independientes de stocks, cuotas pesqueras estrictas y sistemas de certificación de terceros para validar la sostenibilidad de estas pesquerías se ha convertido en un criterio estándar de gestión para la mayoría de estas especies. Sin embargo, se reconoce ampliamente que, biológicamente, hemos alcanzado el límite del suministro global de este tipo de especies.
Por ello, ante una oferta limitada de peces de forraje, ha aumentado el enfoque en el uso de 
subproductos para suministrar la biomasa necesaria para la producción de harina y aceite de pescado. Actualmente, el aprovechamiento de subproductos representa uno de los mejores ejemplos de biocircularidad, al capturar el valor total de la producción/captura en nuestra cadena alimentaria. Además del volumen proveniente de subproductos pesqueros, se está sumando biomasa adicional procedente de subproductos de la industria acuícola.
Gracias a esta valorización de subproductos, la producción global de harina de pescado ha aumentado desde 2020, pasando de 5,1 a 5,4 millones de toneladas. Este incremento supera las ganancias combinadas logradas por proteínas de insectos, unicelulares y algas en el mismo período. En los últimos cinco años, el volumen de producción basado en subproductos ha crecido hasta alcanzar aproximadamente 1,8 millones de toneladas (alrededor del 35 % del total de producción de harina de pescado; Fig. 1).

Figure 1. Global fishmeal and fish oil production by raw material input origin from 2020 to 2024.

Figura 1. Producción global de harina y aceite de pescado por origen de la materia prima de 2020 a 2024. Datos: IFFO, 2025

Una evolución similar se observa en la producción mundial de aceite de pescado, que se ha estabilizado en torno a 1,2 millones de toneladas entre 2020 y 2024. La disminución del uso de peces enteros ha sido compensada por un aumento en el uso de subproductos, hasta el punto de que estos ahora representan la mayoría del suministro de aceite de pescado. Durante el período 2020-2024, el volumen de aceite procedente de subproductos ha crecido hasta cerca de 0,67 millones de toneladas (alrededor del 54 % del total; Fig. 1). En 2020 se estimaba que el 31 % de todas las harinas de pescado y el 49 % de los aceites de pescado provenían de subproductos, y en cinco años estas cifras han crecido hasta el 35 % y el 53 %, respectivamente (Fig. 1). En conjunto, eso significa que en 2024 casi el 40 % del total de harina y aceite de pescado proviene de subproductos.
Dentro del uso global de subproductos, los procedentes de la pesca siguen representando la mayoría de la biomasa utilizada. Gran parte proviene de especies demersales como abadejo, bacalao y merluza, aunque los subproductos del atún también son una fuente importante de harina de pescado. La acuicultura también empieza a desempeñar un papel más relevante, con el uso de restos como esqueletos y recortes de fileteado. Este progreso no se limita al mundo desarrollado: tanto el sector global del pangasius como el de la tilapia son importantes contribuyentes (Fig. 2, 3).

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Figura 2. Producción global de harinas de subproductos por categoría en 2023. Datos: IFFO 2024

Aunque la gestión de las pesquerías globales ha mejorado, aún queda mucho por hacer. Los recortes en las capturas máximas permisibles (TACs) en los primeros años 2000 están empezando a dar resultados en cuanto a la estabilización de biomasa en muchas de las grandes pesquerías de forraje. El uso creciente de sistemas de certificación de sostenibilidad de terceros, como MarinTrust, CSI (antes RFM), ASC y MSC, junto con la presión del mercado, está impulsando el uso responsable de los recursos en todo el sector. A pesar de estas señales positivas, es poco probable que la captura total de peces de forraje supere los 16 millones de toneladas anuales en el futuro, lo que significa que la producción de harina y aceite de pescado provenientes de ese recurso seguirán limitados a unas 4 millones de toneladas anuales (suponiendo un rendimiento del 22 % en harina y del 3 % en aceite).

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Figura 3. Producción global de aceite de subproductos por categoría en 2023. Datos: IFFO, 2024

Muchas de estas mejoras aplicadas a pesquerías de forraje también se están implementando en grandes pesquerías de DHC (consumo humano directo) en el mundo desarrollado. Esto implica que, a medida que mejora la sostenibilidad en estas pesquerías, también se amplía la base de biomasa para producir harina y aceite a partir de subproductos. Según estimaciones de la FAO, en 2050 se alcanzarán 80 millones de toneladas de rendimiento pesquero, de las cuales 64 millones serán destinadas a DHC. Se estima que podría aprovecharse hasta un 33 % de esa biomasa como subproductos (~20 millones de toneladas), lo que permitiría producir otras 5 millones de toneladas de harina y aceite. Actualmente procesamos cerca de 7 millones de toneladas de biomasa (~1,8 millones de toneladas de harina y aceite), lo que indica que solo estamos aprovechando un tercio de ese recurso potencial.

Figure 6.  Typical composition of a range of common protein feed resources used in aquaculture feeds. Figure from Kumar et al. (2025): https://doi.org/10.1016/B978-0-323-90873-3.00017-8

Figura 4. Composición típica de una gama de recursos proteicos comunes utilizados en piensos para acuicultura. Figura de Kumar et al. (2025): https://doi.org/10.1016/B978-0-323-90873-3.00017-8  Figure from Kumar et al. (2025)

Figure 7. Fatty acid profiles of various oils. Shown are the profiles for rapeseed and soybean vegetable oils, along with salmon by-product and herring by-product oils. Whole fish oils from anchoveta, blue whiting and capelin are also included. Shown are the fatty acid classes of saturates, monounsaturates, short-chain omega-3 polyunsaturates (scOmega-3), long-chain omega-3 polyunsaturates (lcOmega-3), short-chain omega-6 polyunsaturates (scOmega-6), and long-chain omega-6 polyunsaturates (lcOmega-6).

Figura 5. Perfiles de ácidos grasos de varios aceites. Se muestran los perfiles de los aceites vegetales de colza y soja, junto con los aceites de subproductos de salmón y de subproductos de arenque. También se incluyen los aceites de pescado entero de anchoveta, bacaladilla y capelán. Se muestran las clases de ácidos grasos saturados, monoinsaturados, poliinsaturados omega-3 de cadena corta (scOmega-3), poliinsaturados omega-3 de cadena larga (lcOmega-3), poliinsaturados omega-6 de cadena corta (scOmega-6) y poliinsaturados omega-6 de cadena larga 

Esto nos lleva a una de las críticas hacia los subproductos utilizados en la producción de harina y aceite de pescado: que son percibidos como recursos de segunda categoría. Aunque esto pudo ser cierto en el pasado, la evidencia actual no lo respalda. Cada vez hay más trabajos que demuestran que tanto la harina como el aceite de pescado derivados de subproductos pueden cumplir especificaciones de alta calidad. Es cierto que los aceites provenientes de subproductos tienden a tener niveles menores de EPA y DHA que los aceites de alta calidad como el de anchoveta, pero pueden ser comparables a aceites como el de capelán o bacaladilla.
Muchas mejoras en la calidad provienen de la adopción de tecnologías modernas de procesamiento, como secado a baja temperatura y el mantenimiento de la cadena de frío desde el origen de la materia prima. Este último paso es clave para limitar la producción de aminas biógenas antes del procesamiento y evitar la degradación de la biomasa. Estudios realizados por IFFO comparando la calidad de harinas de subproductos con otras harinas de pescado e ingredientes vegetales muestran que su digestibilidad y palatabilidad pueden ser igualmente altas (Fig. 6, 7).

Figure 8. In vivo (Atlantic salmon) protein digestibility of a selection of by-product fishmeals, whole fish fishmeals and several plant protein ingredients. Data IFFO (2025).

Figura 6. Digestibilidad in vivo (salmón del Atlántico) de la proteína de una selección de harinas de pescado de subproductos, harinas de pescado de pescado entero y varios ingredientes proteicos vegetales. Datos: IFFO, 2025

Figure 9. Relative feed intake by Atlantic salmon of a standard commercial reference diet formulation where the test diets had a 30% inclusion of the test ingredient. Included as test ingredients are a selection of by-product fishmeals, two whole fish fishmeals and several plant protein ingredients. Data is presented based on the relative feed intake response compared to the soy protein concentrate (Soy Pro Conc) diet, as this ingredient represents a well-known, consistent, highly reproducible commodity. Data IFFO (2021). Notable is that all fishmeals result in a clear improvement in feed intake, while each of the plant ingredients has the opposite effect.

Figura 7. Consumo relativo de pienso por el salmón del Atlántico de una formulación de dieta comercial de referencia estándar, donde las dietas de prueba tenían una inclusión del 30% del ingrediente a ensayar. Se incluyen como ingredientes a testar una selección de harinas de pescado de subproductos, dos harinas de pescado de pescado entero y varios ingredientes proteicos vegetales. Los datos se presentan en función de la respuesta del consumo relativo de pienso en comparación con la dieta de concentrado de proteína de soja (Soy Pro Conc), ya que este ingrediente representa una materia prima bien conocida, consistente y altamente reproducible. Datos: IFFO, 2021. Cabe destacar que todas las harinas de pescado dan como resultado una clara mejora en el consumo de pienso, mientras que cada uno de los ingredientes vegetales tiene el efecto contrario. Datos: IFFO, 2025

Los ingredientes para pienso suelen aportar beneficios más allá del valor nutricional. A veces traen consigo elementos negativos como los factores antinutricionales (ANF) comunes en muchos vegetales, o positivos, como propiedades que mejoran la palatabilidad, típicas de los ingredientes marinos. Por lo general, los formuladores de piensos manejan la palatabilidad a través de su experiencia, sabiendo qué ingredientes impactan de modo positivo, negativo o neutro. Sin embargo, esta área cobra cada vez más importancia a medida que el uso de proteínas vegetales genera dietas con características neutras o incluso negativas en cuanto a palatabilidad, lo que obliga a incorporar palatantes como los hidrolizados. El uso de hidrolizados, muchas veces también derivados de recursos marinos, ha aumentado significativamente en el sector de la alimentación acuícola durante las últimas décadas. Varias empresas producen hoy una amplia gama de productos, tanto de captura silvestre como de subproductos. Cada fuente ofrece características distintas, lo que aporta flexibilidad en la elección, aunque también hay diferencias notables en la respuesta de los peces según el tipo de hidrolizado, su nivel de inclusión y la materia prima base.

Ahora también referente en sostenibilidad
La sostenibilidad de los ingredientes marinos en la alimentación acuícola ha sido foco de atención desde hace años. Existen varias métricas, como FIFO y FFDR, que se han aplicado para evaluar sostenibilidad, pero cada una tiene supuestos propios y su fiabilidad depende de la calidad de los datos que se utilicen.
Una revisión reciente presentó el origen y las limitaciones de estas métricas. Una falla clave es que no permiten evaluar los “compromisos” o consecuencias de sustituir un recurso por otro. Usar 
una métrica centrada solo en ingredientes marinos, sin considerar que reemplazarlos por otro recurso no mejora necesariamente la sostenibilidad ni reduce riesgos, no contribuye al progreso.
Lo que realmente se necesita es una evaluación holística, que incluya todos los ingredientes en una métrica común. Y eso ya existe: se llama análisis de ciclo de vida (ACV o LCA, por sus siglas en inglés). Promover este cambio hacia el ACV significa avanzar hacia una evaluación más transparente, que apoye el desarrollo sostenible de la acuicultura al considerar el impacto de todos los ingredientes en un marco compartido.
Al aplicar este enfoque, cada vez es más evidente que los ingredientes marinos superan a la mayoría de los otros ingredientes en indicadores clave como huella de carbono, uso del suelo y del agua, entre otros. El uso de subproductos como materia prima mejora aún más esos indicadores. Así, los ingredientes marinos han pasado de ser un referente nutricional a convertirse también ahora en un referente de sostenibilidad.