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Editorial de diciembre de 2023

El 28 de noviembre, un vuelo de Virgin Atlantic despegó del aeropuerto de Heathrow con destino al aeropuerto JFK de Nueva York utilizando combustible de aviación sostenible (Sustainable Aviation Fuel - SAF) puro. “Este combustible con bajas emisiones de carbono se produce a partir de residuos de aceites vegetales”, comentaron ministros y periodistas. ¿Residuos, en serio?

En un mundo donde los recursos son cada vez más escasos, ahora todos competimos por los mismos materiales: los aceites solían ser un desperdicio en los años 1970. En el mejor de los casos, eran reciclados y utilizados como lubricantes. Este ya no es el caso. Los aceites de pescado solían tener un valor prácticamente nulo. Este año han alcanzado nuevos precios récord por tonelada métrica.

La competencia está en todas partes. Se necesitan aceites vegetales para descarbonizar el transporte. También se utilizan cada vez más para diversificar las cestas de ingredientes de alimentos y alimentos balanceados. Los aceites marinos son muy buscados por el sector de la acuicultura, pero también por la industria farmacéutica y el creciente mercado de alimentos para mascotas.

Ahora se utiliza cada gota de aceite de pescado y cada gramo de harina de pescado, lo que hace que la disponibilidad de esos preciosos recursos ocupen un lugar central en las estrategias comerciales. Un ejemplo es el sector del cultivo de camarón, que IFFO exploró en su conferencia anual a principios de este año: en el pasado, las enfermedades eran la principal preocupación junto con los cambios en las condiciones climáticas. Hoy en día, la rentabilidad depende cada vez más de la eficiencia alimenticia en las estrategias de agricultura intensiva.

Nuevamente vemos que estos ingredientes nutricionales clave encuentran su camino hacia donde son más eficientes.